martes, 14 de agosto de 2007


Más ordinario que... axila con caspa,
Más viejo que... el hilo negro,
Más tiritón que... canasto 'e güatitas,
Más fome que... ver FLASHDANCE.

Con todo esto del "renacer" de los '80s; con los coloridos reencuentros con los recuerdos de nuestra niñez; con las, cada vez más comunes, conversaciones en torno al joystick del Atari 800XL ó 600XE, el "reloj-robot" negro que alguna vez tuve, el dar una vuelta a la manzana en bici, etc, etc, etc... más de algún "Kitsch" medio quisquilloso me tendrá que perdonar por lo menos desde el título de esta publicación.

En una de las cosas que más me declaro incompetente es en comentar películas clásicas que todo el mundo vio menos yo. "Pelotón", alguna "Rocky" completa, "Dirty dancing" de principio a fin y "Rambo", entre otras, son algunas de las películas que no están, hasta el momento, en mi repertorio. Es por lo mismo que la programación ochentera de canal 13 me dejó más embalado que adolescente viendo triple X y la esperaba con ansias. "Ghost", ya la había visto, pero "Flashdance" era LA PELÍCULA que no quería perderme, sobretodo porque What a feeling sigue sonando tan fuerte en mis oídos ochenteros como Maniac.

Pero ¿qué fue lo que pasó?. Flashdance me aburrió más que el período de matrículas de la UA, tenía menos contenido que "El show de Benni" y la actuación de la protagonista fue más mala que la de Camiroaga en "Rojo y Miel". Para quienes me conocen un poco: fue tal el grado de frustación que sentí, que me dediqué a ordenar mi closet... ¡CACHEN!. A lo único que atiné fue a decirle a mi mujercita que me avisara cuando la chiquilla bailara frente a los jueces de la audición para ver el famoso "Salto de piquero"... porque lo del agua cayéndole sobre la silla lo ví apenas empezó la película. Entonces fue ahí donde dije ¡"tate"!, ahora la minurri bailará, encandilará a todos y luego será una bailarina hiper famosa... pero ¡nada!, todo terminó de golpe y porraso: la muñeca no alcanzó a terminar de bailar, la música siguió sonando y se ve que corre al encuentro de su enamorado lanzándose a sus brazos para terminar en un beso de amor lleno de felicidad sin saber si definitivamente le entregaron alguna suerte de beca de baile para una academia importante o si uno de los jueces, dueño de alguna especie de "passapoga", le ofreció un contrato millonario.

Tal vez fue por eso que la promocionaron sólo con "Un oscar a la mejor banda sonora".

En fin, si hay algo que aprendí de todo esto, fue el desmitificar por completo esta malísima película ochentera que apenas salvó por los movimientos eróticos de su protagonista que, aún siendo hija de una generación virgen de silicona y liposucciones, estaba "como quería".

Paz y felicidad, quedándome con "Amango",
Larry Moe Trapense Passalacqua.

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