jueves, 31 de mayo de 2007

Bolivia: "Otra vez a nosotros"

El pasado Domingo 27 de Mayo será tal vez el día más negro para el deporte boliviano, siempre que no se logre revertir en un futuro la determinación de la FIFA de prohibir la disputa de partidos internacionales de fútbol en lugares a más de 2.500m sobre el nivel del mar.

A pesar que la medida influye también a otros países de nuestra Latinoamérica como Perú, Ecuador e incluso México, lo que ocurre con el país altiplánico es, a mi juicio, de mayor trascendencia.

Para nadie es nuevo que la historia de Bolivia no ha sido muy amable con su desarrollo. Más allá de las causas o del grado de responsabilidad que tengan sus protagonistas, el hecho es que nuestros hermanos altiplánicos han sufrido constantemente achaques históricos que sobrepasan con creces la archi comentada Guerra del Pacífico. Sus innumerables crisis políticas, la extrema pobreza, la desigual distribución de las riquezas, las crisis sanitarias y la discriminación innegable que sufren los bolivianos en cada parte donde van hacen del país, dueño del segundo lago más grande de Sudamérica, una nación verdaderamente sufrida.

Por eso, no es para sorprenderse que el presidente Evo Morales haya llamado a una reuníon urgente a su comité político tras conocer la desición y haya jugado un partido en el mítico estadio Hernando Siles de La Paz, como manera de demostrarle al mundo que "se puede jugar fútbol en todo nivel del mar, sea en ciudades bajas o en la altura".

Personalmente puedo decir que he jugado pichangas en altura. La cancha de tierra de La Huayca, hermoso pueblo en plena pampa del tamarugal, ha sido testigo de un moderado agotamiento luego de algunas cachañas futboleras. Pero para ser franco, este poblado se encuantra a sólo 1.400m sobre el nivel del mar. Cosa demasiado distinta se puede esperar al correr 90 minutos a 1.100m más arriba, si con solo "apurar el tranco", sentí abombamientos de cabeza cuando me tocó caminar por las calles de La Paz, Bolivia. Sin embargo yo carezco del estado físico de los jugadores profesionales ni la capacidad de adaptación de sus organismos a unos metros más de altura.

Es en esto en que la FIFA fundamenta su determinación: en el resguardo de la salud de los futbolistas y en el "fair play" (juego limpio) al todos tener la posibilidad de jugar en igualdad de condiciones. Pero ¿alguien reparó en los 40°C que asotan a 22 jugadores en partidos en Brasil, por ejemplo?, o a propósito de "fair play", ¿se pensó en algún momento en el "juego sucio" que se está librando con quienes sufrirán el veto tras la medida?

Algunos analistas más audaces apuntan justamente los dardos hacia Brasil y Argentina como quienes "presionaron" a la institución para tomar esta medida.

Independiente de las diversas opiniones encontradas sobre la norma, su origen y del fin de salud que persiga, hay una cosa que a mi parecer es clara: el deporte boliviano no lo está pasando bien, los bolivianos no lo están pasando bien. El disfrutar el fútbol, el que un pueblo históricamente dividido logre la unión a lo menos por 90 minutos en una de las pocas vías de escape ante tanta turbulencia está siendo bloqueada por una medida que, particularmente hoy, parece ser más paradójica luego de que Joseph Blatter, el reelecto presidente de la FIFA, destacara la "responsabilidad social" que tiene el balompié.

Sin duda, Colombia, Ecuador, Perú y México no están para nada contentos con el hecho, pero lo que debe vivir cada habitante de Bolivia va más allá de resignarse a no tener en sus canchas partidos internacionales; es una carga más al saco de pesares que cargan históricamente en sus esforzadas espaldas. Es asomarse sobre la Cordillera de los Andes y con un suspiro decir "otra vez a nosotros". Es nuevamente restringir sólo a quienes tengan más "bolivianos" en sus bolsillos el poder viajar a donde sea que pueda jugar su selección o sus equipos regionales. Es condenar a todo un pueblo por su geografía, porque su gran cultura antepasada, por inspiración divina, decidió asentarse en esa zona. Es dejar por el suelo la "responsabilidad social" de un juego que permite justamente eso, que todos quienes tengan dos piernas puedan tener la posibilidad de olvidar por un momento sus diferencias, su origen y sus necesidades, para disfrutar de un momento agradable que "La Señora FIFA", al pasar por el hermoso nevado del "Illimani" que vigila la ciudad de La Paz, ha querido quitarle de las manos.

Paz y Felicidad!... y un balón de O2 para Blatter y su séquito,

Trapense.

1 comentario:

Carmenxu dijo...

Es un tema socialmente complejo... a simple vista es sólo una restricción pero ciertamente tiene una doble y hasta triple mirada si nos ponemos en los zapatos de nuestro hermanos bolivianos.
Así de muestra un botón cuando las desciciones se toman intempestivamente creyendo el bien para todos, pero de una u otra manera la tarea más difícil en todo orden de cosas es tomar decisiones que no sólo sean científicamente comprobadas, sino también en humanizar las decisiones más allá de los posible beneficios ,también debemos tener esta mirada no se si es globalizante pero lo más visionaria posible, si no miremos en nuestro Chile el trasnsantiago que tiene las mejores intenciones pero quizás faltaron estas otras de quienes viven antes del ABC1.

saludos!